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Organizaciones denuncian recortes de programas sociales a mujeres

Foto Diario Co Latino/René Estrada.

Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino

El color violeta que simboliza la “conciencia de la libertad y la dignidad” cubrió a miles de mujeres campesinas, obreras, activistas, ambientalistas y desempleadas bajo la bandera de la reivindicación y se declararon en “resistencia feminista” contra el patriarcado, el fallido golpe de Estado, la militarización de la sociedad y las políticas neoliberales que afectan directamente a la mujer salvadoreña.

“Tenía 20 años cuando comencé en el movimiento que era CONAMUS, Las Dignas, Flor de Piedra y otras organizaciones históricas, cuando me interesó este movimiento y comencé a vincularme, pero el empoderamiento de nosotras como mujeres tiene dos líneas que son personal y colectiva, y también depende del contexto que tengamos y la apuesta política de cada organización a la que pertenecemos y la claridad hacia dónde empujamos las iniciativas y esto permite que como mujeres experimentemos la autodeterminación, pero primero debemos reconocernos como sujetas de derecho”, explicó Cristy Roque, integrante del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM).

En vísperas del Día Internacional de la Mujer, diversas organizaciones feministas marcharon para demandar del Estado salvadoreño mayor coherencia en la protección de los derechos humanos de las niñas, adolescentes, jóvenes, mujeres y adultas mayores, que constituyen el 53.08 % de la población en El Salvador.

Roque agregó que el empoderamiento de las mujeres ha permitido avances importantes en materia derechos humanos, pero hace falta que las políticas públicas se enfoquen de manera integral y contribuyan en el desarrollo de las mujeres salvadoreñas en diversos ámbitos, contextos y grupos etarios.

“Hay muchos retos que conquistar y muchos desafíos que responder en este sentido, pero necesitamos ante todo que la sociedad misma nos perciba como una sujeta clave en el desarrollo de este país. Como organizaciones de mujeres y redes de derechos humanos de la mujer”, aseveró.

“Juntas luchamos, resistimos y avanzamos”, reza el eslogan de las organizaciones de mujeres, que también demandaron en su posicionamiento a superar la época de las dictaduras militares y desmilitarizar la sociedad, que atenta contra el espíritu de la firma de los Acuerdos de Paz de 1992.

Margarita Posada, de la Resistencia Feminista afirmó que los retos a futuro para las mujeres son difíciles pero no imposibles de impulsar, como la exigencia de la “transparencia gubernamental” y la oportunidad a la “fiscalización social”, para considerar democrático al Estado salvadoreño. “Es preocupante que el presidente de la República (Nayib Bukele), a estas alturas, no ha dado su informe de probidad y cuando deje el cargo no habrá posibilidad de constatar si hubo incrementos en sus activos y posesiones, si hubo enriquecimiento ilícito o no. Y también, otro reto de las mujeres a nivel regional, son los cierres de espacios a la participación social y es por esto que con delegaciones de Guatemala, Honduras, Costa Rica y Nicaragua marchamos en una sola voz, por la justicia, equidad y por la apertura de espacios que han cerrado y reivindicar la unidad en la lucha de las mujeres”, expresó.

Asimismo, añadió que la situación de riesgo de los derechos de las mujeres ha aumentado ante los recortes de programas sociales tan sensibles por su importancia como: salud, educación y agricultura, que consideró tienen un retroceso importante en materia de desarrollo social.

“Sabemos que de un presupuesto de 20 millones de dólares ahora solo le asignaron 10 millones de dólares, al Hospital Nacional de la Mujer, esto tendrá un impacto en los indicadores de salud, como los obtenidos en la reducción de la tasa de muerte materna; esto se va a incrementar de nuevo. Sobre el tema de la no violencia a la mujer, nos preocupa que en toda la región centroamericana los feminicidios van creciendo y van quedando en la impunidad, así como la falta de acceso de las mujeres a la tierra, a una soberanía alimentaria y acceso a la vivienda digna, que la coloca en una posición de mayor vulnerabilidad”, explicó Posada.

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